11h 29′ 17»

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La madrugada, herido de insomnio, imaginé lo imposible, lo real,

aquello que experimenta un ser vivo de la forma más íntima, extrema y misteriosa,

como cuando nacemos al mundo por el deseo de otro

o su indeseable libido que nos escupe a la existencia.

 

La mañana se había presentado hipotensa, intensamente húmeda,

fue un fastidio usar la toga,

no solo para mi piel que sudaba sino para mi indigente camisa

que se salaba con el industrial antitranspirante.

 

Ayuné cual religioso que añora una reconciliación con un Dios desconocido.

Gnóstico incierto o ateo inseguro, expiaba mis pecados,

pensando en Heidegger y Sartre;

inconscientemente debatí sobre el ocaso con ellos.

 

Inquietudes viles y masacres sobre el alma, más un ibuprofeno,

ingeridas por las bocanadas y cafeínas filosóficas que

no se disponían a resolver la ecuación.

¡Estabas internado y tu pronostico esgrimía evidencias sobre el cuerpo que te sostenía!

 

No había matemáticos, químicos o físicos, solo facultativos hipocráticos

que destilaban pergaminos con palabras indescifrables

describiéndote cual cartógrafos que mapeaban tus signos vitales,

conectado a un suero, un conteo sanguíneo y dos maldiciones: La Glucosa y el Tabaco.

 

La diabetes, nada tenía que envidiar a los cigarrillos negros

que se hospedaron en tus pulmones durante décadas. Pero la glucemia,

tu verdugo, avanzaba sobre tu sangre, sembrando el terror en tus arterias;

seducida por el tabaquismo se erotizó con una estafilococo gram negativa.

 

Despacio, con su habilidad despiadada y quirúrgica,

con o sin antibióticos, despedazó con la asistencia del Galeno, tu pie derecho;

aunque ya no era suficiente. La diabetes y el estafilococo

demandaban tu integridad ¡Te poseían imitando a un demonio!

 

Los filósofos escribieron sobre precursar el fin,

de vivir con autenticidad, como si fuera necesario

un Notario que certifique la pulsión de tu existencia,

o convocar un psicólogo que nos revele el Insight de tu conciencia.

 

Ni la Literatura, la pintura o la música, me detenían a pensar

en como hubiera sido tu autenticidad y la profundidad emocional

del Insight. Solo sé que estabas consciente en las ocasiones que el puñal

del Traumatólogo cortaba un pedazo de tu pie.

 

Tu póstuma foto, mostraron en tus vítreos ojos, el fin que te delataba,

esa frustración de no saber que hiciste con tu vida; aunque ahora tu angustia

alimentaban a la glucosa y la bacteria invasora. Y en dos arrebatos te escapaste

para fumar y mirar el delirio del final que estaba allí simplemente.

 

Era el 12 de junio de 2019, mientras manejaba, un soberbio y robusto

Polo 2018, el bluetooth conectado al celular, no paraba de sonar.

Cuando atendí eran las 11 horas 29 minutos y 17 segundos,

Mamá me avisó que habías partido.

 

SOBRE UN PROLOGO PARA MORIR.

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Por el deseo de otros arribó al mundo, naciendo por el acto de dos extraños, con la hostilidad de un lenguaje equivocado, peregrinando con su sórdida existencia,  lleno de absurdos de una vida que no tendrá sentido, sumergido en la historia que otros escribieron sobre él, despertando cada día, y levantándose de su sarnosa cama para entender ¿Por qué está vivo?

Preguntas, inquietudes que incendian su mente como cuando inhala el humo industrial del cigarrillo, o por sus arterias dilatándose, quemadas por la destilación del más vil   o el indigno y heroico licor que en nada responden sus interrogantes

¿Si no puede entender por qué está vivo, qué sentido tiene la existencia?

Amó un mujer, compartió el fuego puro y delirante de su cuerpo, acarició su rostro, tomó sus manos, con sus dedos embebió el sudor de su extensa piel, palpitando su carne y huesos, ensordeciéndose de esa voz que con poesía lo amara, y en soledad, se sumió en las aguas servidas del goce diabólico que purga al placer ocasional, en bacanales digitales, a un clic de estupidez humana.

Es un desconocido el protagonista, y su novela insólita. Su diario vivir oscila en las alturas del vuelo del buitre, alimentándose de los restos y guerras de otros, a cambio del honorario de una vida sin sueños.

Se dice que al principio de su existencia se creyó cínico, despreció el lujo y las riquezas, incluso orinaba abiertamente en los pasillos de tribunales y despachos de la judicatura, mostrando su enérgico rechazo a la forma de vida burguesa, real y online. La brevedad perruna de su revolución se convirtió en parodia cuando bancarizó los cheques judiciales, comprando cero kilómetros e inmuebles.

De su cinismo solo quedó su aspecto viril a barba, aunque afeitada al estilo hípster y con un serio cuidado para prevenir bacterias. Excesiva pulcritud, finos modales, uso de inodoros, y alcohol en gel.

Quizás el sentido de culpa finalizará su inexistente historia. Es habitual ver en su estudio jurídico el ensayo sobre “El Suicidio” de Antonín Artaud,  y la irrupción en sus neuronas con un subrayado que ostenta la puerta a modo de lapida de su oficina: Para llegar al estado de suicidio, necesito el retorno de mi yo, necesito el libre juego de todas las articulaciones de mi ser. Dios me colocó en la desesperación como en una constelación de callejones sin salida cuya iluminación conduce hasta mí. No puedo ni morir, ni vivir, ni desear morir o vivir. Y todos los hombres son como yo.

Sin Destino.

Mi garganta áspera, apagada, afónica y cobarde,

 silencia las palabras que no se atreven a salir y enfrentarte.

Anegado de nieblas me dejó la plomiza bruma de esa noche,

donde tu voz macabra cautivó mi pasión, martirizándome.

Subyugándome, siniestra, mortecina y ardiente

me ahogaste en tu piel. Incinerado, sin aliento,

quedé sediento y desértico en tu infierno,

en los instantes que suspiras sin poder acariciarte.

Amanezco cada día sin alma ¡Recordándote!

Te desahogaste sonriendo y desangrando mi corazón,

y tus labios me rozaban como una daga ¡Poseyéndome!

Tu intensidad llenó mis venas de ausencia y dolor.

  Y por los tormentos de la nocturnidad que huyó

agonizo en el deseo y la tragedia de los amantes.

Y por los abismos de las sales que tu cuerpo asfixió,

no tengo latidos. Sé que jamás volveré a encontrarte.

Aquí estoy, apenas existo, por ella, y sin destino.

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LA AUDIENCIA QUE NO FUE.

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LA AUDIENCIA QUE NO FUE.

Basado en un hecho hilarante.

Veintiuno de febrero, el clima estaba extrañado, se contradecía con el sol infernal y el viento otoñal, ansioso para esta fecha, y nauseabundo de frio. Salí temprano de mi casa, debía ir al SECLO, me tomé el tren en estación Lanús juntamente con el resto de las almas que todas las mañanas cumplen con sus obligaciones laborales, sobreviviendo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  y que regresan agobiados por el mal precio de su salario y ahogados por el inframundo económico, anegados por la inflación y el dólar que son como ese mito griego, si, quizás Caronte, el barquero los espera en el Riachuelo y si no le pueden pagar se quedan en el río pestilente durante un siglo.  Ellos son fieles representantes de la frase ¿“Alguien vio un dólar”? Algunos sobreviven a la marginalidad y otros jamás salen de la pobreza, quedan atrapados en la putrefacción del conurbano a la espera de alguna prebenda del Hades gobernante.

¿Increíble no? Todo eso pensaba cuando bajaba hacia el subte, con mis auriculares apestados a deprimente Blues y desperdicios del Metal, con mi mente diagnosticada por Trastorno de ideas delirantes de la personalidad (algo así como una locura razonante, paranoica, meticulosa, suspicaz; ¡Soy argentino que esperaban! Mi única certeza), y mis ojos que miraban a todos lados para no ser victima de algún expulsado de la sociedad. Arribé e mi destino del día:

-¡Seba! Gracias por venir, honestamente, siendo adversarios legales siempre estas para dar una mano.

Lo miré y él advirtió que estaba pálido, invisible, hipotenso. Y le dije.

-Néstor, la legalidad nos ha convertido en adversarios, pero el derecho, la filosofía y el espanto opiáceo por el sistema imperante actual nos une.

-¿Te sentís bien? ¿Estas pálido, moribundo?

-Hoy se cumplen 3 años de ese sincope extraño, “benigno” y de origen desconocido que paralizó mi corazón por 15 segundos para luego volver solo. Desde entonces estoy en estado de vigilia, sin sueños, con una vida ordinaria de toga y honorarios. Y si es cierto como dice mi bruja, ni bien encuentre un ser por morir, con el solo hecho de tocarlo le transmitiré esta maldición benigna que me impide soñar.

-¡Ja, ja ,ja ,ja , ja! Veo que seguís siendo el Sabato de Lanús. Un ateo que visita a una bruja. ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

-¡Pobre Sabato, el era de otra dimensión con la desgracia de caer en Argentina! -Nos miramos y estallamos a carcajadas….

-Escuchame Sebastián, el tema es así, es una audiencia espontanea, cierra un bar en Lomas de Zamora y el empleador indemnizará al 100% a los 6 empleados. Vos sabes que jamás represento empleadores, pero en este caso, la juventud de los dueños, su aura Milennial, y el querer cumplir con los trabajadores me conmovió. Ya tengo todos los formularios del SECLO y los dueños nos pagaran en total un 30% sobre el monto.

-Esta perfecto el monto, pero me parece que esos formularios no son los correctos. Vamos a la mesa de entradas a anunciarnos.

Ambos nos acercamos a la mesa y la funcionaria nos recibió con una sonrisa funebrera.Leer más »

TERRENAL

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TERRENAL.

Era temprano, la llovizna y la neblina del otoño agredían la humedad pegajosa de las últimas semanas.

El sol, el sudor y los olores matinales del tren, el subte o el maldito 45, eran fieles a los marginales que amanecen cada día con destinos quebrados, con ojeras de cuentas sin pagar, con trabajos cenagosos que cumplir.

¡Y todos esperan desordenados, temerosos de anarquía sumisa, con la tarjeta sube, al mensajero de hierro, electricidad y combustible, para arribar al punto desdichado de sus sueños a sueldo!

¡Asfalto, rieles, caminos y senderos llenos de barro y adoquines, vacíos, sin pulso vital! Y todos abonamos con agonía, decrepitud y patetismos, el deteriorado acontecer nuestro de cada día.

Hacinados ascendemos al tren viajando asfixiados de aplastamiento, abatidos por catástrofes y batallas sin pelear, con la bandera blanca del coraje cobarde que nos mina el cerebro, masticando nuestros dientes, viendo el delirio crónico y psicótico en Instagram, facebook o Twitter en la palma de la mano. ¡Anestesiados!

Miro mi Telegram, son las 7 de la mañana y recibo una queja de ella por la noche que no tuvo:
– ¡A veces sos tan terrenal!
Y la inquiero imitando a un inquisidor resentido:
– No creo poder avergonzarme de ser terrenal.
Me siento vivo, existiendo, siendo un inmundo, porque no percibo otra cosa que mi cuerpo. ¡Sangre, huesos y carne me sostienen erguido frente a la adversidad!
Y las palabras son la excusa de la otredad que nos empuja con sus diccionarios a buscar significados de un lenguaje que no nos reconoce pero que hablamos como idiotas, rumiando el silencio ante el hijo de puta que ocupa tu lugar en el asiento del subterráneo, o mordiéndonos la lengua cuando la sorna de tu jefe esconde tu dinero en sus bolsillos, o cuando oís a tu presidente acordar el precio del pan.
– ¡Solo te dije que creo que sos muy terrenal!
Y le dije
– ¿Cómo no serlo? Si trabajo gano dinero y me alimento.
Si me deseas, mis ansias poseerán tu cuerpo, aullidos, transpiración y fluidos dionisíacos inundarán tu placer.
Créeme que si tu extraño amor me clava un cuchillo, bruto y de cocina, sangraré hasta morir.

¿Aún creés que debo dejar de ser terrenal?

VER COMO

Ya estoy transmitiendo en vivo, y aunque nadie me esta viendo, no tengo dudas de que se prenderán esta noche. Todas mis cuentas son públicas, por lo que cualquiera, me siga o no, podrá ver en vivo mi renovación de imagen. Creo que es mi última oportunidad para recuperar mi identidad digital.

    Donde estoy exactamente, según el GPS del celular,  lo detallaré de esta forma: Latitud: 34°42′09″ S, Longitud: 58°23′43″ O, altitud sobre el nivel del mar: 10 m. Precisamente en el partido 4 de Junio. Por cuestiones de realidad actual y siglo XXI debo decir que mi espacio geográfico está enraizado entre Avellaneda y Lomas de Zamora, me llamo Joaquín Puerco, pero en mis redes sociales me conocen como yo me presento: Soy Joaco, figura pública, influencer, en mis tiempos libres amo el deporte y la lectura. En menos de un renglón defino quien soy.Leer más »

En la noche que conspira

Penumbras apuñalan el crepúsculo que anuncia la noche, y mis ojos, secos de lágrimas, olvidan su intensa mirada. Mi existencia desvelada, invisible, tiesa y pedregosa huye, porque ya no poseo, y no deseo, la vida que me arrogaba.

Somnoliento y con mis sentidos vertiginosos, me arrojé a un precipicio oscuro, empalideciendo mi piel y mi alma. Cómplice de la ciudad anochecida, despierto, caminé sobre las cenizas del cielo gris, con virtud endemoniada.

A medianoche, sobre la avenida que nunca duerme, veo a mis semejantes, con dolor y rocosos sueños, pobres, harapientos, mendigando historia ¡Sin Suerte!

Como un desconocido, les ofrezco alcohol y cigarrillos. Me detuve en un bar, bebí, fumé y cada línea aspiré, y leí trágicos guiones de antiguas y actuales mujeres.

Ante mi deambulaban desnudas ¡A ellas no las odiaré! No pago por sexo, dije, pero, gratis, sobre ti escribiré…

La arranqué del burdel, no para salvarla, no para amarla, si para verla, describirla, desearla, esculpiendo las letras, cada palabra ¡Como si mis labios se animaran a dibujarla!

Se recostó sobre mí, temblorosa, con tinieblas pétreas. Como si no hubiera ayeres en ella, mareada, amaneció, cicatrizando un día de su existencia.

Y me leyó su vida, su intemperie y catástrofes, donde siempre permaneció. Se fue y a las horas busqué otra en la noche que conspira.

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Stalker

 

Te observo, como si estuviera acariciando tu imagen, y mis dedos agonizan tocando una pantalla líquida, iluminada e inhumana,
pero estás allí con la ingenuidad sonriente,
con la vanidad que enjuga mis ojos de seguidor obsesionado, anegado de deseos que dejan un desierto en mi alma.

Murmullos nocturnos, me vuelven cómplice
porque sé donde estarás los viernes…los sábados…
Invisible y enredado, no sabes que veo tus fotos cada día, conozco la hora exacta cuando estás hipnotizada viendo a otros y no a mí.
Tu inocencia retorcida compadece mi soledad,
y tu voz
es para los que
te rodean, siendo muda para mí.

Martirizado con ideas perturbadoras por tu silencio erótico hacia mi,
fui a ver durante meses a un ser enmascarado, que,
con toga de loco, me dice
-Es una fijación…y el extravío anuda tu mente, creando atmósferas erotomaníacas; olvídate de las redes,
no tienes evidencia de que te presienta.
Ella es la ilusión de tu delirio.

En la última sesión me retiré con antipsicóticos, esculpidos en pastillas, quizás detengan este trastorno de ideas delirantes, más no me interesan los surcos que habitan los espacios vacíos de mi identidad, porque sé que en secreto me amás y deseás, ocultando a los demás lo que sientes.
Cuando arribe la noche, y hayas agotado tu sed dionisíaca en La Hormiga, te llevaré para siempre.
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El último Whisky.

Es medianoche,
con mi pulgar y el índice aprieto el cigarrillo que marca de nicotina mi voz.

Consumo hasta el filtro,
y vomito el humo que ennegrece mi destino,
ahorcando mi oxígeno.

Miro hacia atrás y mi pasado es un asunto absurdo,
un recuerdo vacío de coca y anfetaminas.

Entro a un bar de mala muerte y veo a un ebrio atropellar a la mesera con palabras inmundas de cerveza.

Me acerco, pido un Jack Daniels y hasta la última gota ruega ser bebida. La botella perfecta y sin nada que ofrecer es un arma.

Mis ojos se desvían y ven al ebrio con las manos encima de la mesera, no resistí la tentación.

Me acerqué y le partí la botella al borracho, y dejé que su cabeza se desangre en el bar. La moza me miró asustada y huyó pidiendo auxilio.

Después de todo, me dije: ¡Qué más da, el tabaco, el alquitrán y el veneno, hicieron del cigarrillo la fatalidad que extirpa mis pulmones! Yo también moriré esta noche.

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Vigilia

Un infierno cauteriza las ojeras que se arraigan en mis ojos,
dejando pétreos mis parpados abiertos, ensombrecidos de insomnio,
desvelando mi cuerpo tieso y tembloroso de sudor.
Inconscientes cicatrices muestran las heridas de mi alma que teme dormir,
Ya no existen los símbolos, y la vida me abandonó, negándose a ser imaginada.
¡No hay poetas que peregrinen con su palabra!
¡No hay retratos ni pintores!
La música, muda, anegada de partituras sordas ¡Sin sentido!
Y en la eterna noche, mis sueños son los escombros de mi existencia.